BELICISMO vs COOPERACIÓN

Decimosexto día del confinamiento y la vida transcurre aparentemente normal dentro de este nuevo orden al que poco a poco nos vamos acostumbrando, no queda otra. 

En mi balcón se escuchan los pájaros, cantan con una fuerza inusitada, sus trinos se elevan por entre las calles silenciosas, resuenan en las ventanas y en los corazones asustados de quienes nos preguntamos: ¿qué pasará en los próximos días?, ¿cuantos muertos más?, ¿qué haremos el día que se acabe el confinamiento?, ¿cómo cambiara esta experiencia compartida a la sociedad? ¿Seremos más solidarios, más gregarios, cambiaran nuestros valores? 

Personalmente estos días han sido días de preguntas profundas, sobre el sentido, la dirección. Días plenos de pequeños milagros, como el encuentro con vecinos a través de los balcones, el intercambio de sonrisas y saludos con personas a las que antes ignorábamos, el reconocimiento de la importancia del vivir en comunidad, de ser parte de algo mayor que nuestro pequeño círculo. Tiempo para reconocer el impacto que mis acciones tienen a nivel colectivo. Sí, nuestro grano de arena, aunque pequeño, es decisivo, indispensable. Esta constatación es probablemente más evidente en los efectos en la salud personal y colectiva y habrá quienes leyendo este artículo piensen únicamente en el impacto de sus acciones, concretamente el aislamiento, en la diseminación del virus. Sin embargo, lo que estamos comprobando es que nuestro granito de arena, nuestro aporte y formas de interactuar y participar en la comunidad, tiene efecto a todos los niveles; en la salud mental propia y de quienes nos rodean, en su bienestar económico, en el medio ambiente y en las formas de participación social, llámese democracia. 

La calidad y la importancia de la democracia y de la participación ciudadana es justamente lo que estamos aprendiendo ahora y por eso es tan importante como manejamos esta situación, como nos aproximamos a ella, con qué palabras la describimos, con que palabras construimos el aparato conceptual de lo que está sucediendo, del proceso acelerado de toma de conciencia colectiva que esta tomando lugar en estos días.

Personalmente me sorprende y entristece el lenguaje belicista que utilizan los medios y los gobiernos para referirse a las medidas que diariamente se toman para manejar la crisis sanitaria y social tan compleja que afrontamos. Estamos tan acostumbrados a reaccionar al lenguaje belicista que sólo actuamos cuando nos hablan en términos de guerras, de enfrentamientos, de batallas a librar con enemigos invisibles, potenciales, reales o imaginarios. 

Acostumbrados a las guerras y a luchas contra fenómenos inasibles y complejos como el terrorismo, el único lenguaje que entendemos es el belicista; ¡todos en pie de guerra contra el virus!, es lo que escuchamos durante todo el día en todos los medios del planeta. Estamos perdiendo de vista que justamente ahora, y puede ser que por primera vez en siglos, estamos todos cooperando para superar una situación que afecta a la raza humana.  Finalmente cooperamos, nos unimos, nos descubrimos como parte de un todo indivisible e interdependiente que incluye no sólo a los humanos sino a todos los seres que habitan el planeta y al planeta mismo. Dejó de ser retórica para pasar a ser experiencia.

Deberíamos entonces celebrar el uso de la palabra cooperación. Estamos todos cooperando para controlar una crisis sanitaria, social, humanitaria, económica que nos está obligando a ver que todos somos iguales y que todos y cada uno tenemos el poder de transformar y de aportar. 

Al virus no lo vamos a vencer. Seguirá infectando, mutando su ADN; ha llegado para quedarse. Nuestra estrategia actual está pensada para ganar tiempo para desarrollar terapias, protocolos de manejo, vacunas y sobre todo para desarrollar infraestructuras y repensar el sistema de salud para adecuarlo al manejo de esta patología y de otras similares que vendrán en el futuro. A futuro, la mayor parte de la población se infectará. Ahora estamos ganando tiempo y con el confinamiento evitando que el sistema de salud se colapse, pues no está preparado para una avalancha de pacientes críticos como la que vivimos. El tiempo precioso que estamos ganando es justamente para adaptarnos a la presencia del virus y a sus efectos sociales y económicos.

El gran aprendizaje es el de la cooperación, el del valor de cada vida y la conciencia del impacto que cada una de nuestras acciones tiene en el entorno social y ambiental. Os invito a partir de hoy a utilizar y celebrar la palabra cooperación e intentar llenarla de sentido y presencia en nuestras vidas. Erradiquemos juntos el lenguaje belicista que nos aleja del verdadero sentido y aprendizaje colectivo de estos días difíciles.

Mañana, más…

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